viernes, 8 de mayo de 2009

Ondas y Vibraciones

En Busca de una Buena Onda

Si bien la física puede explicar un amplio rango de fenómenos como ondas y vibraciones, existen en el Universo radiaciones sutiles que no pueden medirse científicamente, pero que pueden producir efectos importantes en el ser humano. Así lo afirma la radiestesia, una disciplina que, con varillas y péndulos, se dedica a detectar y armonizar estas emanaciones para evitar que desestabilicen el equilibrio energético del hombre.
Al escuchar que es peligroso exponerse a radiaciones nocivas, lo más probable es que pensemos en los perjuicios que los rayos ultravioleta producen en la piel, o bien, hilando más fino, en las consecuencias que pueden tener los rayos X de una radiografía si no se toman las debidas precauciones.

Sin embargo, existen radiaciones que, pese a que no pueden aún ser medidas científicamente, producen efectos sobre las personas y pueden desencadenar problemas serios de salud, según afirman los radiestesistas, como se conoce a quienes se dedican a trabajar en esta área.

Según explica el ingeniero José Dekovic, vicepresidente de la Sociedad de Radiestesia de Chile, todo en el Universo es energía, que se presenta en diferentes niveles de condensación y que no es otra cosa que un estado vibratorio.

"Vivimos en un mundo de energías de distinta procedencia. Así, por ejemplo, existen las energías telúricas - de la Tierra- y las cósmicas - del espacio- , y existen también combinaciones cosmotelúricas".

- Las energías no son ni buenas ni malas por sí mismas. Lo que sucede es que si tomamos al ser humano como referencia, encontramos energías que nos hacen daño, otras que nos favorecen y otras que nos resultan neutras, agrega Dekovic.

Las cósmicas son benéficas para el hombre, mientras que las de la superficie de la Tierra son neutras, a menos que estén alteradas por radiaciones generadas por corrientes de aguas subterráneas, yacimientos minerales o radiactivos y cavidades o fallas tectónicas en la corteza terrestre.

"También ciertos artefactos fabricados por el hombre, como los computadores, electrodomésticos, teléfonos celulares, antenas de radio y televisión y, especialmente, las redes de alta tensión y los transformadores de potencia eléctrica que están en las calles emiten radiaciones nocivas", agrega el radiestesista.

ANATOMIA SUTIL

La radiestesia consiste en la detección de energías - que son muy débiles, por lo que se denominan radiaciones sutiles- mediante el uso de varillas o péndulos.

Los antecedentes más antiguos de esta disciplina se remontan a la China de hace 4.500 años, donde se intentaba detectar las llamadas "venas de dragón", que no eran sino radiaciones nocivas de origen telúrico.

También la utilizaron culturas como la hindú y la egipcia, cuenta José Dekovic.

En Chile, la radiestesia remonta sus comienzos a la primera expedición de Pedro de Valdivia. En su travesía por el desierto nortino, el conquistador encontró una sucesión de pozos de agua que le permitieron abastecerse y que habían sido construidos por los incas, que conocían la radiestesia y de quienes se conoce un tipo de péndulo utilizado aún en la actualidad.

Se cuenta, además, que doña Inés de Suárez aplicó técnicas radiestésicas para buscar aguas subterráneas y vetas de oro y plata.

Desde sus inicios, la radiestesia ha evolucionado y captado cultores en todo el mundo conocidos como "zahoríes", vocablo de origen árabe que denomina a la persona que posee la facultad de captar lo que está oculto. Con ayuda de una varilla en forma de V, los zahoríes recorren distintos lugares recibiendo las ondas que indican la presencia de corrientes de agua y yacimientos minerales.

Pero la utilidad tanto de ese instrumento como de los péndulos no termina ahí. Ambos pueden usarse en la captación de las vibraciones energéticas del hombre con el fin de detectar si está "contaminado" por haberse expuesto por tiempos prolongados a radiaciones nocivas.

"El hombre, además del cuerpo denso, cuenta con una anatomía sutil, de la que forman parte los centros de energía (chakras) y los campos electromagnéticos sutiles (tattwas). Lo que hacen las radiaciones nocivas es sustraer la energía del cuerpo humano, desestabilizando su equilibrio energético y dejando a la persona expuesta a enfermedades".

Utilizando un péndulo, que se mueve de acuerdo a las vibraciones que capta y a las "preguntas" que el radiestesista le formula, es posible detectar qué sectores del cuerpo energético están dañados y, a partir de eso, determinar si ciertos problemas físicos, como mareos, dolores de cabeza, problemas de insomnio u otras dolencias, tienen relación con las radiaciones nocivas.

"Reviso a muchas personas, que vienen ya desilusionadas de la medicina halópata - muchos profesionales entre ellos- , para ver su equilibrio energético, y en la mayoría de los casos tengo que revisar también sus casas y sus lugares de trabajo para detectar si hay radiaciones".

Uno de los lugares clave para el radiestesista es aquel donde está ubicada la cama.

- Uno pasa en ella alrededor de ocho horas al día, y si la cama está emplazada en un lugar que recibe radiación, a la persona que duerme ahí se le está "robando" energía todos los días durante un tiempo muy prolongado, entonces anda decaída, le falta vitalidad.

"Esto es más notorio en las personas mayores, pero también se ve en los jóvenes e incluso en los niños, que tienen una sensibilidad especial: cuando son muy pequeños y duermen en un lugar geopatógeno, se arrancan, van a dormir con los padres o los hermanos", agrega.

Según explica, a veces sólo basta con cambiar la cama de posición y controlar si después de 15 días los problemas persisten. Esto, además de realizar una terapia con la persona afectada, utilizando péndulos de sanación - fabricados con materiales que emiten tipos específicos de radiaciones, como el cuarzo, las gemas y otros- , para estabilizar las energías.

Otras veces es necesario contrarrestar las corrientes nocivas de la casa mediante un armonizador. "Es un bloque de madera con un elemento radiónico - que emite ondas- que se pega en el piso orientado radiestésicamente y que tiene un área de influencia de nueve metros a la redonda. Eso permite una descompensación de las ondas nocivas de una casa o lugar de trabajo".

PREJUICIO CIENTIFICO

"En Europa la radiestesia se vive. Tras el desastre de Chernobyl, en los aeropuertos europeos se presentaron algunos problemas porque mucha gente activaba los detectores de metales. Cuando los guardias revisaban se daban cuenta de que era porque llevaban péndulos metálicos en los bolsillos, porque había mucho temor de comer alimentos que hubiesen recibido las radiaciones luego del accidente, y esas radiaciones pueden captarse con radiestesia", cuenta José Dekovic.

Si bien la disciplina no ha logrado desprenderse totalmente de los prejuicios y cuestionamientos de la ciencia, en el viejo continente ingenieros, físicos y otros hombres formados en el rigor científico han dedicado parte de sus vidas al estudio de estas radiaciones débiles, llevando la disciplina incluso al área pública.

"En Croacia, existe un organismo estatal encargado del tema, mientras que en Francia, por ejemplo, se exige certificación radiestésica para autorizar la construcción de edificios", cuenta José Dekovic.

En Inglaterra, un centro de estudios de la salud especializado en el tema - la Dulwich Health Society, de Londres- descubrió en una investigación que 25 mil casos de personas enfermas presentaban como factor detonante el estrés geopatógeno. Según el boletín aparecido entonces, el 95 por ciento de las personas con cáncer que formaban la muestra dormían o trabajaban durante períodos largos en lugares con vibraciones nocivas. El 95 por ciento de los niños hiperactivos o con dificultades de aprendizaje presentaba la misma condición, al igual que el 95 por ciento de las personas estudiadas que tenían Sida.

"Los arquitectos, diseñadores y la gente que tiene que ver con la planificación debería preocuparse de estos aspectos en las ciudades", comenta José Dekovic, al tiempo que cita un artículo publicado por la Universidad Católica en 1952 en el que se presentaban los resultados de una investigación realizada por el doctor Juan Brüggen, entonces vicepresidente de la Academia Chilena de Ciencias Naturales. En él, el médico advertía sobre las radiaciones telúricas, producidas por grietas y aguas subterráneas en Santiago, Zapallar y Osorno.

Frente a estos riesgos, así como al inexorable avance tecnológico que proporciona cada vez más artefactos que emanan estas energías, José Dekovic recomienda utilizar neutralizadores de ondas y revisar el propio equilibrio energético.

- Hay mucha gente que viene con un prejuicio científico y aun así se mejora. Claro que si se tiene fe, todo funciona mejor.

Fuente= Monica Fuentes Urizar El Mercurio

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